En este proceso, se ilustra el recorrido del cuerpo dentro de un espacio, el cual tiene sus límites tangibles, pero también resalta los elementos intangibles como la luz, la sombra y el reflejo, aspectos que son esenciales para comprender el espacio que habitamos. Los trazos del lápiz, en blanco, negro y escala de grises, capturan estas interacciones, dando voz a las sensaciones y emociones emergentes. De esta manera, el dibujo se convierte en un medio para expresar las experiencias que de otra manera podrían pasar desapercibidas, revelando así la complejidad de nuestra conexión con el entorno.