Capítulo perdido de 'Rayuela'
Llevar la historia de Rayuela y sus personajes al contexto ecuatoriano es una aventura, que solo puede ser el resultado de una realidad caótica llena de contrastes que posibilita esta obra de Julio Cortázar, una novela que permite distintas lecturas y, en consecuencia, varias interpretaciones. El capítulo perdido es el viaje de Horacio y Lucía, dos personalidades disímiles, que traspasan la barrera de la ficción llegando a nuestra realidad: El Ecuador de la década de 1950. La ciudad de Guayaquil los acoge ofreciéndoles la bohemia, la poesía y la música, el lugar idóneo para que renazca el Club de la Serpiente.
La analogía entre estos dos mundos que permite la conexión, se fundamenta en varios elementos que procedo a analizar. Lo trágico que puede resultar la pasión desbordada entre estos dos personajes dispares, y al mismo tiempo inexorablemente condenados a precisar uno del otro. Una pasión que nos recuerda al Werther de Goethe, y en nuestro caso, a los poetas de la Generación Decapitada que es en donde se fundamenta esta analogía. Precisamente es El alma en los labios, el poema que hace la conexión entre la pasión desmedida de un personaje ficticio y la tragedia de nuestro poeta guayaquileño, vínculo que se logra concretar con la presencia del artista Julio Jaramillo.
La presencia del libro El árbol del bien y del mal demuestra el acercamiento de Horacio a la poesía de los modernistas ecuatorianos, en su incesante búsqueda del sentido de la vida, si es que lo hay, o si está al otro lado de la orilla, nadie lo sabe. Le gusta la poesía de Medardo Ángel Silva, pero se siente identificado con Arturo Borja, la musicalidad que proyecta en su poesía le hace recordar a su viejo París.
Por su parte Lucía, la Maga, que disfrutaba del jazz en París, ahora gusta de boleros y pasillos que los acompaña con ligeros movimientos deleitando a los poetas en las noches de bohemia.
